Quería reconocer estos colores
encontrar mis raíces en tu idioma,
deslizarme en el tiempo y comprender
el por qué de tantas incógnitas
burbujeando en mi sangre…
burbujeando en mi sangre…
Fue cuando me enseñaste
lo mejor de tu talento,
abriéndote el corazón de ave sabia
cual niño hombre, dejando
que los sentidos beban de esa fuente
inagotable de tu arte…
Hoy tengo melodía de orgullo en la piel
impregnada de tu obra,
el dulce sonido de nuestros ancestros cantan
desde mi garganta, amor sin pudores.
Y en mi mirada, toda la hermosura
de nuestra herencia, transpirada
de emoción, estremecida la conciencia.
©María de la Cruz Díaz Ll.®
Jul. 2008
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