En vehemente noche
me abro cual leña ardiente
con ímpetu que te enciende,
eternizando al tiempo
en cada poro de tu cuerpo.
Brotan centellas en nuestros ojos
que casi podría calcinarnos,
mientras, un raudal de caricias
se deslizan al amarnos.
Los silencios y esperas
del primer acto...
En esas noches, permutan
en incendio y tempestad.
22.01.14
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