7 oct 2012
SIRENA
No creía en sirenas ni en el encantamiento de sus coros,
aún tengo la duda.
Duda que comparto por si llegará
quien sabe,
la certeza...
Dicen que en altamar zozobraron lanchas de pescadores
y que los cuerpos de ellos nunca los hallaron,
que por el contrario, el mar devolvió a sus orillas
a una casi desnuda dama,
en horas del alba.
Ella sin rasguños, ni herida que se notase
frente al curioso bulto de la gente, despertó como una bella durmiente
sin saber su nombre, ni de qué familia provenía.
La mujer del alcalde del puerto, ya entrada en años y sin hijos
se condolió de la joven y la adoptó como hija.
Le enseñó las bondades de un hogar y las labores
que las mujeres acostumbraban.
Una noche de luna llena y cercano al final del año,
las barcas como otras fechas, salieron con los hombres
para ganar el pan diario.
Esta vez no teman...
No zozobraron,
pero juran haberla visto los hombres,
a ella...a la joven hija adoptiva del alcalde.
Juran que se bañaba desnuda lejos de la orilla,
y la luna le brillaba en las escamas de su talle.
Los que cuentan esto que sucedió hace tiempo
no han guardado en sus memorias nombres,
solo que a la joven le quedó el apelativo de Sirena
y que de su vientre han nacido los mejores nadadores.
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Prosa
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