"En esas noches terribles
de cansados miedos
los te quieros febriles
nos nacen sin enredos".
Nos toca consentir
horas con desalientos,
chamuscadas alegrías
y mil renunciamientos.
A nuestra acera llegan
la ceguera, la sordera,
un lumbago en la cadera
y huesos que se pliegan.
Mas podremos resistir
teniéndonos enteros
sin ser unos altaneros
al entallar el convivir.
¡Mi vida!
Que las esquinas renieguen,
cuando por todo quebranto
los versos con encanto
y la fortuna nos congreguen.
Maricruz Díaz
de cansados miedos
los te quieros febriles
nos nacen sin enredos".
Nos toca consentir
horas con desalientos,
chamuscadas alegrías
y mil renunciamientos.
A nuestra acera llegan
la ceguera, la sordera,
un lumbago en la cadera
y huesos que se pliegan.
Mas podremos resistir
teniéndonos enteros
sin ser unos altaneros
al entallar el convivir.
¡Mi vida!
Que las esquinas renieguen,
cuando por todo quebranto
los versos con encanto
y la fortuna nos congreguen.
Maricruz Díaz
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