¿Buscas acaso
el grito más excelso y perfecto
que mujer alguna
haya logrado destilar al infinito?
No lo inquieras en los bares
ni en los prostíbulos,
ni menos en los bufetes del descaro,
allí, solo conseguirás aullidos.
Encuéntralo en la boca de aquella
que camina delante de su sombra,
quien pretende aletear como las aves
luego, del solsticio de junio.
En ella, que dilatando la piel de un roble
deja florece el otoño sus hojas.
De quien su grito emana
de unos ojos infantes, el hambre.
Esa, a quien llaman la sal de la tierra
y abre cual flor su vientre, donde brote la vida.
Afina tu sentido
Apega el oído al grito de la mujer
que es mástil de tu nombre.
Maricruz Díaz
22.02.11
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por venir, leer y dejar tu comentario.